viernes, 24 de febrero de 2012

Historia conocida


De vuelta me sorprendo a mí misma observando a la gente pasar desde el interior de una alcantarilla. Ahí viene la pregunta obligada: ¿Cómo haces para meterte en esos lugares?. Lo que casi nadie sabe es que es mucho mas amplio de lo que en verdad parece. Entramos cómodamente yo y mis vergüenzas. Ni bien llego se me cuelgan del cuello, están felices de verme otra vez, sé que odian que me ausente por largos períodos de tiempo. Cada una tiene un altar, les canto y les llevo flores para que se sientan a gusto y no se alboroten. Que yo sepa soy la única persona que habita estos lugares, asique me atrevo a decir que este es mi dominio. Por lo general es bastante entretenido recorrerlo. Hay pasadizos por todos lados y nunca sabés dónde desembocan. Con un buen plano podrías aparecer en sitios soñados, mirar para arriba y espiar desde allí. Interesante, no? Lo único malo es que cada vez que llueve se inunda, se pudren mis muebles y termino mojada y sucia. Se me arrugan los dedos y se me pone la piel de gallina por el frío. Hubo veces que casi me ahogo y tuve que pegar la boca contra alguna rejilla para poder respirar. Para colmo tardo en secarme y me enfermo. Sinceramente acá abajo huele bastante mal, obvio que con el tiempo te acostumbrás. Admito parte de mi culpa por ser vaga y descuidada, pero mas allá de eso, las condiciones del lugar no ayudan. Apenas entra aire, mucho menos hay luz. No sé dónde dejo las cosas, se extravían objetos y alimentos que acaban por descomponerse, se forman piletas de agua estancada con su propio ecosistema. El olor es hediondo, por algo los desagües suelen estar tapados. Tiene mucho sentido no? Después de todo, a quién más se le ocurriría habitar una alcantarilla?

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