martes, 28 de octubre de 2014

Pibita forra

Hoy quiero hablar de una persona que marcó mi vida para siempre. Mi primera novia, quien básicamente me sacudió el alma.

Me agarró la mano en un boliche, una noche en la cual yo había salido a comerme el mundo. Nos gustamos, nos besamos muy rico. Días después hablando por chat tuvimos nuestra primera discusión fuerte, que derivó en una charla alocada y caliente, y luego de la cual sé que ambas nos tocamos. Casi la elimino, pero no. Mi curiosidad pudo más. Me sedujo la forma que teníamos de influir en la otra, de provocarnos calentura, ternura, odio, necesidad. Al día siguiente la llamé y hablamos toda la tarde por teléfono. Por momentos me parecía una idiota, por momentos moría por verla. Quise jugar el juego de salir con una mina que está mal de la cabeza, porque no tenía mucho que perder y además no planeaba llevarlo demasiado lejos.

Era nuestra primera salida. Una noche de pleno invierno. Me pasó a buscar, ella vivía bastante lejos y venía manejando su autito de soltera. Nos encontramos a unas cuadras de mi casa porque era un secreto para mi familia. Yo tenía una mezcla de ansiedad con sentimiento de "ya fue todo, a bardear". La vi llegando a través del vidrio del auto, que hija de puta lo hermosa que estaba. Entré, no me animaba a darle un beso. Pero esa indecisión duró menos de dos segundos porque ella tomó la iniciativa. Arrancó el auto, yo la observaba conducir, "Estas nerviosa? Yo también, pero no te preocupes, lo vamos a ir llevando, sabés?" fueron sus palabras dulces y tranquilizadoras. Es una chamullera. No le creo ni la mitad de lo que dice. Pero me encanta.

Queríamos ir a tomar algo pero yo no sabía el camino y ella no se ubicaba en mi zona. Conseguimos llegar al barcito gay friendly del cual ella había escuchado. Pedimos un tostado. Charlando, yo le cuento de danza, y de que se me había vuelto muy pesado, ya que el cuerpo humano es frágil. Y me responde "Estas segura de que el cuerpo humano es frágil?" Negándolo con su expresión corporal. Fueron pelotudeces como esas las que se grabaron en mi cabeza. Después me contó de cómo algo que ella creía perdido, como lo era tocar la batería, había reaparecido en su vida después de un tiempo. Y cómo era felíz jugando al futbol aunque no pudiese hacerlo profesionalmente. Me acuerdo de su expresión sonriente y se me estruja el estómago. Sabe hacer una mueca muy compradora. La piba no se daba cuenta y daba golpecitos nerviosos con el dedo índice en el borde de la mesa de madera, recorriéndola de lado a lado. Yo tenía puesta su campera de cuero rockera y fachera porque tenía frío.

Cuando terminé de comer los pocos bocados que me pasaban, volvimos al auto. Y nos besamos. Yo estaba toda tiesa y durita. Ella quería que me relaje pero no podía hacer nada para lograrlo. Le pedía que me abrace. De golpe me suena el celular, me preguntaban dónde estaba, de mala gana contesté alguna mentira de las que solía decir. Corté. La miré. No me importó mas nada. Me le subí a upa y me dejé llevar. Nos mirábamos fijo a los ojos mientras nos movíamos, ya no sentía pudor. "Estas loca", me decía. "Sos un huracán", "Sos tan linda que podés tener problemas". Era la primera vez que empañaba los vidrios de un auto. Cuando llegamos a una estación de servicio a hacer pis, bajé transpirada y despeinada. Sintiéndome una diosa sucia. Su actitud también había cambiado por otra menos cortés y más grosera. Me quedé con su perfume, su olor a pibita forra.