lunes, 21 de noviembre de 2016

Aprendiendo a

Hace poco charlaba con una amiga sobre el aprendizaje. No el académico, sino el social. Aquél que te acerca más a otros. Y el personal, el que te acerca más a vos mismo.

Y pensábamos en nosotras mismas hace unos años atrás. Y qué cosas nos diríamos para alentarnos, o consolarnos o mimarnos. A veces imagino que mi yo del futuro viene a decirme que me quiere como soy, que está bien ser así, y me pide que mire para adelante pero que no deje de saborear los momentos.

Que el instructorado se termina en menos de dos meses, que los almuerzos en el trabajo no son eternos, que a los empleados los hechan.

Que los amores platónicos eran mentira, que en realidad servían para imaginar y proyectar. Pero que lo sabroso son las experiencias.

Que sólo conocés a una persona cuando decide pasar tiempo con vos, por fuera del tiempo que comparten obligadamente. Y que ese deseo de trascender el horario de colegio, de trabajo, de facultad es lo hermoso.

Que cuesta mucho sentirse, pero cuando me siento .. que placer!

Que enseñar es dar amor. Que la paciencia nos sirve para enseñar. Y agradezco la paciencia que me tienen cuando soy una pelotuda. Hay gente que te mira con pena, pero hay gente que te da una mano.

Que no hay nada que haga ebria, drogada o dopada, que no pueda hacer sobria.

Que la vergüenza no debería existir. Que a la vergüenza la matamos con la aceptación.


Que la paz después de la tormenta es un abrazo al alma.

Que es un aprendizaje aprender a recibir, y buscar lo que quiero recibir no está mal.

Que la libertad se contagia.


Que los miedos sirven para obtener una gran satisfacción al vencerlos

Que la única persona que te puede ayudar realmente sos vos misma. Que está bien estar llena de amor.

Que hay un encanto sarpado en los defectos




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